En Valencia ya se respira un ambiente diferente. Cargado de ilusión y pólvora. De tradición y arte. De costumbres y música. Estamos en Fallas y como todos los años, hoy, 15 de marzo, empieza La Plantà. Queremos dedicar este post a una de las fiestas más populares de Valencia, la ciudad de acogida de bambolango, porque para nosotros es especial por muchos motivos…
El origen de Las Fallas
Existe cierta duda sobre cómo comenzaron Las Fallas, y por ello se pueden encontrar varias teorías sobre su origen. La versión que más se suele escuchar es que todo empezó con los carpinteros rindiendo homenaje a su patrón, San José, en su día patronal, 19 de marzo. Celebraban también el final de las veladas de invierno, cuando dejaban de encender candiles para poder trabajar en las noches más oscuras. Lo hacían quemando los “parots” que aguantaban dichas luces delante de sus talleres. Y aquí tenemos el motivo por el cual la cremà (momento en el que se queman Las Fallas) se lleva a cabo el día 19 de marzo.
La evolución de Las Fallas
Poco a poco, Las Fallas han ido tomando forma y convirtiéndose en las fiestas y esculturas que conocemos hoy en día. En vez de quemar tan sólo el “parot”, se empezaron a añadir artilugios inservibles y restos de madera hasta hacer una “hoguera” y que actualmente se conoce como Falla. El significado de esta palabra viene, en realidad del latín “facula», lo que se puede traducir como antorcha. Y cada vez más, Las Fallas han ido evolucionando y adoptando un sentido crítico que se ve representando en las escenas protagonizadas por sus “ninots” y estructuras.
Las Fallas: otra perspectiva
Las Fallas, pues, son una festividad histórica que se ha convertido en la celebración que conocemos en la actualidad. Se gozan a través de unas costumbres y tradiciones fijas. Fechas señaladas en las que se realizan ciertos actos o eventos. (La Plantà, cuando se empiezan a montar Las Fallas. La Cremà, cuando se queman. Las Mascletà, esa gala rítmica de ruido, de color y de pólvora que consiste en la explosión ordenada de fuegos artificiales para hacer una composición acústica…) Comidas riquísimas que se disfrutan durante estos días. (¿Quién se puede resistir a los buñuelos de calabaza y un chocolate caliente?) Trajes elaborados y llamativos…
Vemos que es una fiesta que se basa en sus “rutinas”, pero a la vez permite a cada uno forjar sus propias costumbres. Por ejemplo, en la época que trabajaba como consultora de recursos humanos, todos los años el equipo hacía un “desayuno popular”, para estrechar vínculos y gozar de los antes mencionados buñuelos. De la misma manera, en los años anteriores a las Boo, era casi obligatorio quedar con los amigos a cenar y ver el castillo de fuegos artificiales de la “nit del foc”.
Por otra parte, lo que también nos encanta de estas fiestas es lo representativo y sentido que son los nombres propios vinculados con ellas. Palabras tan únicas y bonitas como “ninot”, “mascletà” o “terratrèmol” (el estruendo más fuerte de la mascletà). Y es que nos resulta importante que una cultura y un idioma mantengan su identidad, mientras invitan a los demás a ser partícipes de ello también, de una manera inclusiva.
Las Fallas en bambolango
Ahora en nuestra sede, Las Fallas se viven de cerca y de lejos. BigBoo, como muchos otros niños de su edad, tiene miedo a los petardos. A los ruidos fuertes y repentinos que estallan en cualquier lugar y momento. Pero a la vez, le fascinan los trajes coloridos y brillantes de las falleras. Así como la “indumentaria” fallera, y las procesiones y marchas. Para ella, casi vale la pena sufrir los petardos, para tan sólo ver durante unos segundos a los falleros. Por eso, intentamos enseñarles Las Fallas y sus tradiciones en lugares tranquilos, alejados de las multitudes (lo cual suele resultar bastante complicado…).
Así que, lo que realmente nos gusta de Las Fallas no son tan sólo las esculturas fantásticas o la “nit del foc”. Sino, la oportunidad que nos brinda de vivirlas de una manera popular, y a su vez propia y personal.
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