¡Hello & hola! Hoy conducía por mi ciudad de acogida y, como ocurre de vez en cuando, he sentido una sensación de plenitud. Brillaba el sol. Sonreía la gente. Sonaba buena música en la radio. Y recordaba de nuevo porqué elegí mudarme de país hace ya más de doce años. Pero os voy a contar un secreto… experimento momentos de felicidad, como hoy, pero también momentos de nostalgia de mi hogar original. Y mamá o no, por lo que entiendo, esto es algo bastante común en los expatriados.
Definición de “expatriado”
Según el “Cambridge Dictionary” el significado de expatriado es: someone who does not live in their own country. Alguien que no vive en su propio país. O sea, es un sinónimo de “emigrante”. He de confesar que es la primera vez que utilizo esta palabra en referencia a mí y a una decisión que tomé hace más de una década sobre dónde vivir. Normalmente, me veo como una más, esté en Inglaterra o España. Me identifico con, y me encantan, ambos países, culturas, idiomas, tradiciones… Los emigrantes tenemos la gran ventaja de poder disfrutar de lo mejor de los dos sitios. Gozamos de, como dice el refrán inglés, “the best of both worlds”. (“Lo mejor de ambos mundos”).
Pero a su vez, también me encienden ciertas cosas de los dos lugares. Y además hay (pocos) momentos en los cuáles me siento perdida y no soy ni de aquí ni de allí.
A menudo me preguntan: ¿Y dónde prefieres vivir? Pero lo veo como una pregunta trampa, porque cada sitio tiene sus pros y sus contras. No existe el lugar perfecto, sin inconvenientes. Sí existen lugares bonitos, acogedores, divertidos, maravillosos. Pero también hay que sopesar las dificultades que cada lugar presenta.
Mamá expatriada (o emigrante)
¿Por qué os cuento todo esto? Pues porque hoy, a parte de mi sensación de plenitud, BigBoo me ha contado una noticia muy emotiva de una persona cercana y me ha hecho reflexionar sobre la maternidad. Y sobre ser mamá en un país que no es el tuyo. Donde hablan otro idioma.
Personalmente, al ser bilingüe, no tuve muchas dificultades lingüísticas para poderme integrar en el “mundo mamá” cuando nació BigBoo. Pero sí es cierto que al principio, me daba algo de vergüenza hablarle en inglés delante de los demás. Y esto es porque muchos no sabían que soy mamá extranjera. Pero la vergüenza pasó y siempre hemos recibido comentarios positivos, como explicamos en el post ¿Qué hablarle a un niño bilingüe? No obstante, y hasta relativamente poco, no me di cuenta que me faltaba algo… Y ese algo era tener a mi lado otras mamás (o papás) que hablan inglés con sus peques. No sólo por mí, sino por las Boo. Y por el único motivo de poder sumergirnos completamente de vez en cuando en mi idioma materno. Y este es el motivo por el cual os animamos siempre a buscar actividades donde poder encontrar a familias que han emprendido el mismo viaje bilingüe que vosotros. Para que tengáis apoyos y personas cercanas con quién compartir sensaciones.
The best of both worlds
Si bien a veces sentimos nostalgia, o nos sentimos perdidas, las mamás y otras personas que tenemos dos países, realmente disfrutamos de muchos beneficios. Podemos experimentar dos culturas, dos idiomas, dos tipos de cocina… Y nos hace ser, y criar, personas más abiertas, empáticas y tolerantes. Así que ánimo, y adelante mamás (y papás) expatriadas.
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